Berta Benz fue la primera persona que condujo un automóvil

Por pepecar.com

La historia está llena de mujeres que fueron pioneras en muchos aspectos y que contribuyeron de forma decisiva al curso de la historia. Muchas de ellas se escudaban tras sus maridos para poder desarrollar diferentes habilidades en un mundo fundamentalmente gobernado por los hombres, y la propia historia del automóvil está llena de ejemplos de este tipo. Muchos se quedarán de piedra al conocer que la primera persona en cubrir un trayecto de larga distancia no fue un hombre sino una mujer: Berta Benz, esposa del inventor y padre del automóvil Karl Benzl.

Corría la primavera de 1888 cuando Berta, acompañada por dos de sus hijos, emprendió el que ha pasado a la historia como primer viaje en automóvil. Karl aún dormía y Berta creyó que sería un buen momento para visitar a su madre, quien vivía a unos 100 kilómetros de distancia. Además, pensó en el viaje como en una excelente forma de hacer publicidad del invento de su esposo, pues estaba segura de que el artilugio levantaría una enorme expectación a lo largo de su recorrido. Y fue así como comenzó esta aventura en la que Berta y sus hijos partieron en su vehículo a motor (que más adelante sería bautizado como Motorwagen) desde Mannheim a Pforzheim. Y digo aventura porque durante el trayecto sufrieron diversos inconvenientes mecánicos.

Hasta que Berta decidió ponerse al volante del vehículo, los únicos desplazamientos que se habían realizado cubrían distancias muy cortas fruto de los ensayos realizados por Karl y sus ayudantes mecánicos, de modo que no se había puesto a prueba el invento adecuadamente. Es por eso que el viaje de Berta, además de ser fundamental para la futura comercialización de este primer vehículo, sirvió para detectar todas las carencias e irregularidades a las que el invento se enfrentaba en un viaje largo, lo que posibilitó pulirlas más adelante y mejorarlo sustancialmente.

Sin embargo, lo más interesante de aquel histórico viaje radica en lo anecdótico. Antes de nada hay que tener en cuenta que el Motorwagen era un triciclo con motor de un cilindro y una potencia de 0.88 caballos de vapor que le permitía alcanzar los 16 km. por hora en terreno llano, pero resultó que el camino entre Mannheim y Pforzheim era montañoso, por lo que en los tramos empinados tenían que bajarse del coche y empujar. Las cuestas abajo no resultaban mucho mejores, ya que se desgastaban rápidamente las correas de cuero utilizadas como freno, hasta el punto de que para reponerlas hubo que recurrir a varios zapateros por el camino.

Pero esa no fue la única parada que Berta y sus hijos tuvieron que hacer a lo largo de su histórico viaje, pues, por si aún no os habéis dado cuenta, en los tiempos en los que el primer vehículo comenzaba su primera incursión por caminos alemanes aún no existían talleres mecánicos o gasolineras, de modo que nuestra conductora pionera se vio obligada a improvisar. Por ejemplo, cuando el Motorwagen se quedó sin combustible tuvo que recorrer varias tiendas de químicos hasta encontrar un boticario que le vendiera bencina.

Berta solventó además diversos problemas técnicos: utilizó una de sus ligas para reparar el mecanismo de encendido o su pasador de pelo para desatascar una válvula obstruida. Por fin, cuando ya había anochecido, llegaron a su destino. La última etapa del trayecto debió de ser complicada, pues el coche no disponía de luces y aquellos caminos no contaban con alumbrado público. Al llegar, Berta envió a Karl un telegrama informando de su hazaña y el inventor, lejos de enfadarse, quedó muy satisfecho con la proeza de su esposa, la única persona, aparte de él mismo, que había confiado ciegamente en las posibilidades de su invento.

Vía: Kikirikiaga

Imagen: Tretipol; Wikimedia Commons