Cementerios de Barcelona, el lado oscuro del turismo monumental

Por pepecar.com

De un tiempo a esta parte se han comenzado a tener en cuenta los cementerios a la hora de planificar rutas de turismo monumental en las principales ciudades, no sólo de España, sino de Europa y América. La historia de los ilustres que en ellos descansan y la belleza escultórica de muchas de las necrópolis de nuestro país, conjugadas con el halo de misterio que rodea a los camposantos, hacen del “turismo de cementerio” una opción más, preferida por aquella personas que busquen conocer rincones olvidados aún dentro de las propias ciudades.

Existen gran número de cementerios en España que son dignos de visita, ya sea porque en ellos reposan los cuerpos de artistas, escritores o personajes históricos de gran importancia, o porque su arquitectura y belleza artística llegan incluso a sobrepasar la de muchos museos o conjuntos monumentales. Por ejemplo, Barcelona posee diferentes necrópolis que tienen mucho que ofrecer al visitante, como el cementerio de Monjuïc, que forma parte de la instaurada ruta “Sueños de Barcelona”, que se estructura en tres recorridos: uno artístico, otro histórico y un tercero combinado.

Dentro de la ruta de los cementerios de Barcelona se puede conocer también el cementerio de Poblenou. Paseando entre sus tumbas, el viajero descubrirá cómo era la vida –y la muerte-  de la Barcelona del siglo XIX tanto en la vertiente social como en la cultural, científica, económica y política. El recorrido histórico comienza en el año 1775 y finaliza en 1888. La ruta permite descubrir Barcelona en su doble dimensión, pues sólo curioseando por la ciudad de los muertos se puede conocer cómo fue la ciudad de los vivos.

Pero fuera de la capital catalana existen también singulares cementerios dignos de conocer. Nuestra propuesta pasa por alquilar un coche en Barcelona y partir rumbo a los pueblos de la provincia en busca de camposantos antiguos o que ofrezcan valor añadido en cuanto a patrimonio monumental. Aquí no hay rutas preestablecidas y lo mejor será preguntar a los lugareños. Cabe citar el cementerio de Sinera, en Arenys de Mar, a 44 kilómetros de Barcelona. De estilo modernista y situado en la cima del Monte de la Piedad, se le conoce porque es citado en la obra del Salvador Espriu, el más famoso escritor allí enterrado, y fue él mismo quien dio nombre al recinto a través del mito de Sinera.

El cementerio cuenta con obras y panteones de interesante valor artístico y arquitectónico, estilos que van desde el modernista al neoclásico. Es importante destacar que los lunes está cerrado y que se mantiene limpio y bien conservado. Además, cuenta con su propio guardián del cementerio, que reside en el recinto. Nos facilitarán información sobre las visitas al camposanto en la oficina de turismo de la localidad.

Nada que ver tiene nuestra siguiente propuesta, aunque me ha parecido cuanto menos curioso hacer mención del cementerio privado el Parc Roques Blanques, ubicado en El Papiol, y que destaca por sus amplios y cuidados jardines. Pinos, olivos, magnolias y robles dibujan un entorno que muchos pueden creer ideal para descansar después de muertos. En él pueden visitarse nichos, tumbas, panteones y columbarios modernos y de reciente creación.

Mención especial merece el Bosque de la Calma, destinado a enterrar urnas biodegradables; los árboles familiares, bajo los cuales descansan los restos de familias enteras; o el Jardín Fuente del Reposo, destinado a esparcir las cenizas de los difuntos, que se diluyen gracias a la acción del agua sin impacto ecológico. Sin duda, un cementerio que nada tiene que ver con el misterio y el halo romántico al que la literatura o el cine nos tienen acostumbrados, pero una propuesta distinta y curiosa que bebe de la modernidad y el lujo post mórtem.

Imagen: Flickr / Perrimoon; Flickr / xdreus