Hemos hablado en muchas ocasiones del ahorro, de lo importante que es esforzarse y comparar a la hora de comprar productos o contratar servicios para evitar pagar de más. Pero no hace falta salir de casa para gastar, pues es en el hogar donde se produce el consumo más importante, porque es continuado, ineludible y se produce sin que nos percatemos de ello, pues se deriva de una rutina basada en actos mecánicos y no tenemos “conciencia de compra”.
El verdadero ahorro comienza por una buena gestión de la economía doméstica, donde el precio de la cesta de la compra es importante, pero no es lo único. Cada vez que abrimos un grifo, pulsamos un interruptor o utilizamos un electrodoméstico estamos gastando, por lo que hoy os ofrecemos unos consejos para ahorrar energía en la cocina.
Uno de los principales gastos energéticos se produce mientras cocinamos, consumo que podremos reducir sensiblemente aplicando una serie de cambios a nuestra manera de actuar. El primer consejo es que, en la medida de tus posibilidades, te decantes por un hornillo u horno que funcione con gas en lugar de con electricidad, pues el gasto será menor. Si utilizas un sistema de fuegos eléctrico, usa ollas a presión, pues mantienen todo el calor. Tapa las cacerolas y baja el fuego una vez que comience la ebullición.
Usando el microondas en lugar del horno podemos ahorrar hasta un 70% de energía eléctrica. Si vas a utilizar el horno recuerda que para cocciones superiores a una hora no es necesario precalentarlo y evita abrir la puerta innecesariamente, ya que así evitarás que se pierda hasta un 20% del calor acumulado en su interior. Si te organizas bien, puedes aprovechar que lo enciendes para cocinar varios platos de una vez.
Los electrodomésticos son auténticos vampiros en cuanto al consumo de electricidad, algo que no debemos pasar por alto, por lo que es importante no sólo su mantenimiento o uso, sino la elección del modelo cuando compremos uno nuevo. Lo mejor es elegir los de mayor eficiencia energética y más ecológicos, ya que ofrecen las mismas prestaciones y gastan mucho menos. Para distinguirlos se marcan con siete etiquetas (A, B, C, D, E, F, G). Los electrodomésticos con etiqueta A son los más eficientes. Son más caros, pero en pocos años se amortiza esa diferencia de precio.
De nuestra cocina, el electrodoméstico que más energía necesita para funcionar es el frigorífico, seguido por la lavadora. Sacar un mejor rendimiento a nuestro frigorífico es sencillo: debemos colocarlo en un lugar alejado de fuentes de calor, permitir que el aire circule por la parte trasera y mantener en buen estado los cierres herméticos de las puertas.
En cuanto a su uso, recuerda no mantener las puertas abiertas más tiempo del necesario (piensa antes de abrirlo qué es lo que quieres sacar), evita introducir alimentos calientes para no obligarlo a hacer un sobre esfuerzo, ajusta la temperatura a 6ºC en la nevera y -18ºC en el congelador y descongélalo si se forma escarcha antes de que el hielo alcance los 3 mm. de espesor, si no, el consumo eléctrico se incrementará hasta un 30%.
Respecto a la lavadora y el lavavajillas, has de saber que alrededor de un 80% de la energía que consumen la utilizan para calentar el agua, de modo que es recomendable lavar en frío cuando sea posible, o a bajas temperaturas. Limpiando los filtros y procurando que estén a plena capacidad antes de ponerlos en marcha también ahorraremos mucho. A pesar de lo que pueda parecer, fregar la vajilla a mano con agua caliente puede resultar hasta un 60% más caro que si usamos un lavavajillas moderno.
Si no te es estrictamente necesario, no utilices la secadora, tiende la ropa al aire libre ya que, además de ahorrarte este consumo, evitarás que tu ropa se deteriore más rápidamente.
Vía: Rodes a través de @pedromarcar
Imagen: NewHouseOfArt; Electrolux