Las calles de Bangkok se llenan de coches de lujo. Sin embargo, en la capital de Tailandia -famosa por su capacidad para mimetizar casi cualquier objeto- no es oro todo lo que reluce y mucho menos Jaguars y Ferraris todo lo que circula.
Bangkok se ha convertido en una especie de inmenso ‘mercadillo’ de coches de lujo a un precio excepcional. Por supuesto estamos hablando de réplicas, modelos copiados y reproducidos hasta en sus mínimos detalles y, en la mayoría de las ocasiones, usando chapa y carrocería de otros modelos que nada tienen que ver con el producto final.
Es el trabajo, casi artesano pero ilegal, de auténticos falsificadores de vehículos de alta gama. Sin embargo, en un país donde la práctica de la falsificación es tan cotidiana que hasta tienen un museo dedicado a las copias fraudulentas, la réplica de coches de lujo se ha convertido en un negocio más de la economía sumergida tailandesa.
La veracidad de los superdeportivos que circulan por las carreteras de Bangkok, transitando junto a los famosos tuk-tuks tailandeses, en la mayoría de los casos no va más allá de la superficie y, bajo todo ese armazón de polieuretano y pintura, y del trabajo más o menos meticuloso de sus fabricantes, se escondes frenos, cajas de cambio, embragues y motores de auténticas tartanas.
A pesar de ello no son pocos los coleccionistas que deciden hacerse con uno o varios de los modelos que simulan los coches de sus sueños. Algunos porque nunca podrán pagarse el original y otros… para comerciar, engañar, estafar… o porque simplemente han picado.