El ingeniero estadounidense Scott Brusaw ha fundado en Idaho, Estados Unidos, la empresa Solar Roadways, a través de la cual quiere llevar a cabo un ambicioso proyecto: la creación y construcción de carreteras solares, vías inteligentes que además serían una buena manera de reducir el impacto ambiental provocado por la automoción, ya que generarían energía eléctrica.
Las carreteras estarían compuestas por complejos paneles que contarían con tres capas: una primera de condiciones óptimas para el rodaje de los vehículos, una intermedia que captaría la luz del sol y la transformaría en energía, y una última en la que se incluirían todos los dispositivos para transportar la energía y las corrientes de datos necesarios para crear mensajes luminosos sobre la propia calzada, que advirtieran de riesgos o incluso podrían cambiar el sentido de los carriles en función de las necesidades del tráfico.
La primera de las capas sería la que constituyera la superficie de la carretera en sí y se realizaría en un material translúcido que dejara pasar la luz, y resistente al rodamiento, peso y climatología.
La segunda capa estaría diseñada como las placas solares, y sería capaz de captar la luz del sol y transformarla en energía. Parte de la electricidad generada se contendría en acumuladores y sería utilizada parar dar suministro eléctrico a la propia carretera, tanto en su vertiente lumínica -que posibilitaría alimentar unas bombillas LED y así poder imprimir mensajes sobre la carretera- como en la calorífica, calor que se usaría para derretir el hielo y la nieve en caso de ser necesario. La idea es que la energía sobrante se incorpore a la red eléctrica, de modo que estas carreteras solares puedan abastecer de electricidad de manera adicional.
La más profunda de las capas albergaría diversos dispositivos gracias a los cuales poder transportar la energía generada, así como las corrientes de datos para imprimir en ellas los mensajes, o incluso cableado independiente con el que llevar de un lugar a otro cables de teléfono, televisión o Internet.
La idea no está nada mal, si no fuera porque, al menos tal y como está planteada en la actualidad, es inviable a gran escala, pues a pesar de que ya se han construido los primeros prototipos y su funcionamiento es óptimo, el inconveniente es que cada panel necesario para su construcción tiene un coste aproximado de 8.000 euros y su vida útil es muy corta: tan sólo 21 años. Pero es un comienzo y las investigaciones siguen su curso. ¿Llegaremos a verlas?
Vía: Coches.com
Imágenes: Extraídas del vídeo Solar Roadways: The Prototype, en Youtube