Coches de cine (II): Plymouth Fury de 1958, el terrorífico vehículo de Christine

Nos enfrentamos hoy, con gran deleite, a recordar uno de los coches de cine más terroríficos de la historia, el Plymouth Fury de 1958 apodado Christine que, en los años 80, puso la piel de gallina a los espectadores que se enfrentaban en la gran pantalla a ese coche endemoniado al que dio vida el maestro del terror, Stephen King, en la novela homónima.

Hablábamos el otro día del Aston Martin DBS de Casino Royale, un coche elegante, moderno y con tecnología punta especialmente pensado para resaltar las bondades del siempre estiloso James Bond. Por el contrario, el coche que hoy nos ocupa es un vehículo clásico, de esos que tanto les gustan a los coleccionistas, capaz de poseer el alma de su dueño.

El primer Plymouth Fury se creó en el año 1956 y su producción continuó hasta el año 1969. En origen, Plymouth quiso dar vida a un automóvil sorprendente, que captara la atención del consumidor y fuera digno de ser mostrado el público en las ferias y exhibiciones. Lo llamó “Furia”, nombre que le venía al pelo a Stephen King para construir las historia de un coche maldito que, según se cree, le inspiró la historia del Gräf & Stift Double Phaeton que os relatamos hace un par de meses.

El Plymouth Fury de 1958 poseía unas características estéticas acordes con la época aunque destacaban en él unos alerones laterales en la parte posterior que aumentarían de tamaño en la versión fabricada el año siguiente, en 1959. Este modelo de vehículo fue uno de los favoritos de las fuerzas policiales de Estados Unidos en la época, debido a su buen rendimiento y fiabilidad. De hecho, en la película puede apreciarse cómo el detective Rudolph Junkins, cuando se encuentra con Arnie, el protagonista, en el parking del instituto, coduce también un Plymouth Fury, aunque mucho más moderno, pues era un modelo de coche muy habitual en los años 70.

Christine, dirigida por John Carpenter y basada en la novela de Stephen King, se estrenó en 1983 y cuenta la historia de un coche diabólico que se vale de su dueño para resurgir de sus cenizas y comenzar de nuevo a matar, porque Christine necesita un dueño para llevar a cabo sus crueles intenciones: un inabarcable deseo de venganza que lo hace destruir todo aquello que encuentra en su camino… Bueno, no es que se trate de una obra maestra de la cinematografía, pero sí que tuvo sus adeptos en aquellos años. Tanto es así, que no falta quien ha realizado su propia réplica de Christine.

Como curiosidad, tal vez os interese saber que coches de este modelo concreto, el de 1958, no se fabricaron muchas. únicamente vieron la luz algo más de 5.000 unidades y tan sólo durante el rodaje de la película se destruyeron unos 15 ejemplares, lo que puso de muy mal humor a quienes profesaban auténtica admiración por este vehículo. Su limitada producción, su antigüedad y, como no, el hecho de ser protagonista de una película, hacen de este Plymouth Fury de 1958 una pieza codiciada por muchos coleccionistas. Después de ver la película… ¿Te atreverías a subirte a uno de ellos?

Imagen: El Ornitorrinco Enmascarado