¿Existe alguien en España que a día de hoy no tenga un teléfono móvil? No sé, quizá queden tres o cuatro personas que aún no se rindieron a sus encantos. Incluso los hay que tienen tres, o cuatro… Entonces, ¿Qué utilidad tienen ya las cabinas telefónicas que se perpetúan en nuestras calles? ¿Quitar visibilidad en los semáforos? ¿Obstaculizar el paso? En los últimos años se han retirado miles de ellas ante la caída en picado de los usuarios del teléfono público, pero al fin han encontrado un uso que darles.
Esta semana se ha materializado, tras dos o tres años, una idea para aprovechar estos elementos ya obsoletos que de ofrecer servicios en el sector de las telecomunicaciones migran a otro donde su futuro está garantizado: el de la automoción. Aunque de momento es sólo un experimento que se pondrá a prueba con la reciente transformación de una única cabina en el centro de Madrid, puede que pronto se convierta en una realidad a gran escala.
No deja de resultar curioso, e incluso extraño, que en estos últimos años no se haya buscado una utilidad en el campo de las telecomunicaciones más acorde con los tiempos para estos elementos de mobiliario urbano. Por ejemplo en Francia ya han lanzado la primera cabina telefónica del futuro, que aunque no se desliga de sus originales funciones telefónicas, incorpora una pantalla táctil de 17 pulgadas con acceso a Internet. Acaban de lanzar el proyecto, sólo me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que todo el mundo tenga acceso a Internet desde su teléfono móvil y también queden obsoletas. Igual en España hemos sabido mirar más hacia adelante, pues es certero el futuro que se les augura a los coches eléctricos.
El caso es que si este proyecto de sustituir las cabinas por puntos de recarga llega abuen puerto estarán solventados gran parte de los problemas de infraestructura que han acompañado desde el principio a la implantación del vehículo eléctrico. Si la moción prospera y se demuestra su viabilidad técnica y comercial, el proyecto comenzará a ponerse en marcha a principios de 2012. Uno de los principales problemas a los que deberán enfrentarse es el de disponer de espacio, un bien muy preciado en Madrid, pues las cabina-cargador tendrán que estar ubicadas en lugares que permitan estacionar vehículos.
Llegado a este punto, sólo me queda hacer una reflexión, más que nada por interés personal: ¿Cuantas cabinas hay en Madrid? Porque mucho me temo que ese será exactamente el número de plazas menos de aparcamiento que tendremos en 2012. Esperemos que los coches eléctricos que se fabriquen sigan siendo de reducidas dimensiones…
Imagen: 20 Minutos