En cuanto el ser humano quiso experimentar eso de la velocidad sobre ruedas, las primeras mujeres pioneras del motor subieron a sus automóviles y derribaron arquetipos moralistas. Ellas no quisieron perderse ese momento y deseaban disfrutar la independencia que les daba su propio coche. Fueron momentos difíciles para las mujeres que, como siempre, tuvieron que enfrentarse a los clichés preconcebidos y a las estrictas normas contra la emancipación femenina.
Transcurrían tiempos convulsos en los que la mujer debía reivindicar derechos que los hombres, la justicia y las leyes les negaban. Eran tiempos de sufragistas reclamando su derecho a votar, de grandes investigadoras con premio Nobel que debían firmar sus trabajos a nombre de sus maridos o imponentes escritoras que tuvieron que esconder su identidad tras seudónimos masculinos.
Pero ellas también llevaban en la sangre la pasión por el motor, por el progreso, por la aventura y los viajes. Hablamos de mujeres intrépidas que cubrieron guerras como reporteras gráficas, se internaron en países remotos y cruzaron fronteras aún a riesgo de perder su propia vida.
Hoy las fotos públicas de la Library Of Congress devuelven imágenes inocentes y aparentemente banales. Sin embargo, el simple hecho de montar en coche y agarrar el volante suponía toda una declaración de principios de aquellas primera pioneras del motor. Tras la sensación de cotidianeidad se encuentra la identidad de unas mujeres luchadoras e inconformistas que supieron dejar claros cuáles eran sus gustos y no se dejaron atemorizar por falsas moralidades.
Nos quedamos hoy con estas fotos de aquellas abuelas conductoras, tomadas entre 1907 y 1915 y que pertenecen a la Harris & Ewing Collection y que son de Dominio Público.