Este es un post dedicado con especial cariño a todos aquellos fans del tuning, la personalización de automóviles que tanto furor ha desatado en los últimos años. Jóvenes y no tan jóvenes gastan auténticas fortunas en personalizar sus vehículos hasta convertirlos, con mejor o peor gusto, en piezas únicas. Todo es susceptible de ser cambiado o adaptado: faros, color, alerones, luces, sonido, motor, llantas, asientos… Sin embargo, quien crea que está ante un fenómeno novedoso es que no ha viajado mucho. Hoy os traemos a los reyes del “tuneo”: los camioneros y transportistas pakistaníes.
Llevan años y años haciéndolo, casi desde que los vehículos fueron asequibles para ellos y no nos referimos sólo a los de motor. Su costumbre obedece a cuestiones más místicas y espirituales y nacieron con sus carromatos, a los que adornaban con distintos objetos y símbolos en busca de una protección divina.
El mundo avanza y aquellos antiguos carromatos fueron adaptándose a los nuevos tiempos. Ahora el objeto de culto para los conductores de Pakistán son sus propios camiones. Trucks, cargos, furgos… hasta los pequeños y turísticos rickshaws son ornamentados hasta el paroxismo. Eso sí, el tuning de estos camioneros es más artesano que el de los automóviles occidentales y aquí la maña, el bote de pintura y hasta bordados y crochet pueden tener su utilidad.
En un país con un elevado índice de pobreza resulta fascinante que estos conductores inviertan hasta su último céntimo en comprar y mantener su camión que, en la mayoría de los casos, no sólo es su medio para ganarse la vida, también se convierte en su propia vivienda. Desde luego el espectáculo de color que ofrecen las carreteras no tiene comparación con ninguna otra parte del mundo.
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