Proponemos hoy un fantástico plan de fin de semana para todos aquellos que se encuentren cerca de Barcelona: una ruta de senderismo por la comarca catalana del Alto Berguedá, un paraje de gran belleza natural en cualquier época del año y donde se localizan cerca de una veintena de rutas a pie.
De entre ellas, hemos querido escoger aquella que se dirige a Sant Romà de La Clusa, un antiguo pueblo del que se conserva una parroquia de estilo románico, construida en el siglo XII y aledaña a varias masías, lo que convertirán nuestro paseo en algo más que un pasatiempo, pues conoceremos bienes de interés histórico y cultural.
Para llegar hasta el lugar donde comienza la ruta tendremos que desplazarnos por carretera, de modo que si no disponemos de coche propio podemos optar por un servicio de alquiler de coches en Barcelona. Desde la Ciudad Condal tomaremos la carretera E-9/C-16, siguiendo las indicaciones para Berga/Puigcerdà, para luego salirnos en el desvío hacia Vilada y continuar entonces por la carretera que va a Castell de l’Areny. Un kilómetro antes de llegar a este último pueblo veremos que a la derecha sale una pista. Bien, pues es ahí donde comienza nuestro camino. Lo reconoceréis porque está próximo a una balsa de agua.
Ya en ruta, recorreremos el sendero durante unos 5,5 kilómetros, un bello paseo entre riscos y praderas en las que pacen plácidamente las vacas. Esta ganadería constituye uno de los principales activos de la comarca, cuya calidad se deja sentir en el paladar cuando uno se aventura a descubrir los matices de la gastronomía del Berguedá, que cuenta con carnes y embutidos de renombre.
Si continuamos ascendiendo por este camino, un kilómetro antes de llegar a a la Parroquia nos encontraremos con el área recreativa de la Font deL’avet donde tomar un respiro y descansar antes de llegar al lugar que antaño fue una población de la que hoy tan sólo quedan vestigios en la iglesia de Sant Romà de La Clusa, santuario que fue restaurado en los años 60 y que presenta un aspecto impecable entre montañas.
El silencio y la tranquilidad están siempre aquí presentes, no sólo en verano, sino también entre las nieves que cubren el lugar en invierno o en el crujir bajo nuestros pies de las hojas que colorean de ocre el paisaje en la época otoñal.
Vía: Els Matins
Imagen: JL. Rivera
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