Evita sufrir en los desplazamientos largos
//= get_the_date() ?>Por pepecar.com
No exageraría si dijera que un viaje largo en coche ha estado a punto de romper más de una familia. De hecho, estoy convencido de que habrá más de un caso que confirme mis temores. En los desplazamientos largos, esos en los que nos vamos de vacaciones con bebé, abuela y perro incluidos existen un sinfín de posibilidades de que el idílico inicio de nuestro período de descanso acabe mal. Dolores musculares, ataques de nervios o discusiones de las que uno no puede escapar por mucho que quiera son los principales culpables de los que yo suelo llamar viajes-tortura.
Para evitar muchas de estas situaciones es necesario que tengamos en cuenta una serie de recomendaciones a la hora de emprender un viaje-tortura, para que se cumpla esa frase, tan de madre, de “tengamos la fiesta en paz”. Lo primero para que nuestro viaje resulte tranquilo es que nos aseguremos de que no tendremos ningún percance que hubiéramos podido evitar. Es por ello que conviene cerciorarse de que el coche está en buenas condiciones para realizar un desplazamiento largo.
Comprobar el estado y la presión de los neumáticos, no aventurarnos con poca gasolina y asegurarnos de que llevamos los triángulos y los chalecos para casos de emergencia son pequeñas acciones que pueden ahorrarnos más de un “te lo dije” o evitar agobios gratuitos. Procura que todo esté a punto, y por ti que no sea…
Otro aspecto que debemos cuidar es el de las posturas. Si un viaje largo ya es de por sí bastante desagradable, encima suele resultar incómodo. La poca movilidad y el reducido espacio nos pueden hacer adoptar determinadas posturas corporales que luego deriven en contracturas o fuertes dolores.
Cuando te enfrentes a uno de estos desplazamientos, procura que no haya nada cerca de ti que te obligue a forzar una postura, por ejemplo, una bolsa de equipaje entre las piernas o un bulto en la bandeja trasera que propicie que el conductor deba forzar el cuello para tener visibilidad. Además, se recomienda parar cada dos horas, bajarse del vehículo y caminar o, en caso de que nos notemos anquilosados, realizar unos suaves estiramientos de piernas, tronco y brazos para reactivar la circulación sanguínea.
Durante las paradas es bueno que aprovechemos también para beber, comer algo o ir al aseo aunque no tengamos muchas ganas, así luego evitaremos que nos entren a destiempo, provocando el comprensible enfado del conductor. Si viajamos con un perro, es bueno sacarlo también para que pasee un poco y pueda hacer pis, así nos ahorraremos posibles disgustos, suciedades y nervios por parte del animal. Si es muy inquieto, habla con el veterinario por si te puede recetar algún tranquilizante. Aunque no te guste la idea, el perro no lo pasará mal y evitaréis nervios o posibles contratiempos.
Es lógico que cuando varias personas se encierran en un espacio reducido durante un tiempo surjan determinadas fricciones. Si no, ahí tenéis Gran Hermano como ejemplo… Bromas aparte, lo cierto es que la incomodidad o el ansia por llegar hacen que afloren las susceptibilidades y cualquier cosa molesta, nos molesta mucho más. Es por eso que conviene asegurarse de que los ocupantes del vehículo más “conflictivos” estarán tranquilos y entretenidos.
Los niños y los adolescentes son quienes más sufren en los viajes, pero también quienes más hacen “sufrir”. Es por eso que deberíamos asegurarnos de que irán distraídos gran parte del viaje, por ejemplo con una consola, un iPod donde escuchen su música o un reproductor de películas. Eso sí, si son más de uno y tienden a pelearse, asegurémonos de que cada uno de ellos tiene su consola o su iPod. Si no, el lío está asegurado. En cuanto a los bebés, procuremos que viaje un adulto en la parte trasera junto a su sillita por si rompe a llorar que le sea más sencillo calmarlo, y sería bueno que lleváramos algún juguete llamativo para lograrlo antes.
¿Y cómo combatir a la abuela gruñona? Porque una abuela es mucho más que eso… ¡Es una suegra! Lo mejor es que no hagamos mucho caso de sus provocaciones y que nos mordamos la lengua. Es difícil, lo sé, pero es por el bien de todos. Además, recordemos que a la gente mayor, aunque a veces se comporten como críos, se le debe un respeto. Ahora bien, para cuando se enzarzan la abuela y el adolescente no hay consejo posible. ¿Te ha ocurrido a ti? Anímate y cuéntanos esa experiencia desastrosa que tuviste en un viaje largo, no te cortes, que “en todas partes cuecen habas”.