Zumaia, la tierra en la que brotan fósiles de cien millones de años
//= get_the_date() ?>Por pepecar.com
Con la llegada del buen tiempo San Sebastián se convierte en un destino muy deseado por aquellos que huyan del calor asfixiante, pero también por quiénes gustan de disfrutar de los festivales de música y cine. Quien se encuentre pasando una temporada en la bella ciudad de Donosti puede optar además por conocer los alrededores, siempre que el tiempo de su estancia lo permita, pues son numerosísimos los pueblos y parajes que merecen especial atención en la zona, y para llegar a ellos es recomendable optar por un servicio de alquiler de coches en San Sebastián.
Una de las recomendaciones pasa por acercarse a Zumaia, uno de los pueblos costeros más visitados por la calidad de sus playas y porque es allí donde se encuentra el Museo de Zuloaga. La playa más conocida es la de San Telmo, cuyo acantilado sufre un curioso fenómeno que consiste en el deslizamiento de las capas blandas de la tierra sobre las capas duras, lo que posibilita que afloren de la tierra fósiles marinos con más de cien millones de años de antigüedad.
Entre los edificios que merece la pena visitar en Zumaia se encuentran el Palacio de Olazábal, la Casa de Agirre, el Palacio de Ubillos y el Museo de Laia, dedicado a la artesanía histórica de la zona. También el bello templo que es la Iglesia de San Pedro, construido entre los siglos XIII y XIV de estilo gótico – vasco con bóveda de crucería. Guarda en su interior un valioso retablo de Joanes Antxieta.
El entorno de Zumaia está marcado por la presencia del río Urola, que nace en las estribaciones de la Sierra de Aitzgorri y desemboca en el propio pueblo. Es su encuentro con el mar lo que posibilita la formación en su margen derecha de una extensa barra de arena y limos en la que se desarrollan dos importantes ecosistemas costeros: las dunas y la marisma.
En la orilla del mismo río se extiende, además, una masa forestal cerrada de encinas, en una ladera de fuertes pendientes. En el meandro de Bedua, en el tramo alto del estuario del Urola, se encuentran las Islas de Bedua, que cuentan con un ecosistema peculiar en el que se asientan interesantes comunidades botánicas y faunísticas.
Mención especial merece la franja de acantilados litorales, que se extienden desde el término municipal de Deba hasta la playa de Itzurun y punta Mariantón de Zumaia, taludes rocosos que son casi verticales en algunos tramos y llegan a alcanzar alturas de hasta 150 metros.
Esto es consecuencia de la intensa erosión marina durante los temporales, que poco a poco ha ido desgastando las capas superiores y dejando las capas litológicas más duras, provocando la llamada plataforma de abrasión o rasa intermareal. De este modo, los valles surcados por riachuelos ven interrumpido su tranquilo fluir de modo brusco y caen por los acantilados formando cascadas o mantos de agua.