Cuando nuestro coche sufre una avería, nosotros sufrimos con él. La sola idea de quedarse sin coche durante unos días y la incertidumbre sobre qué será lo que se ha roto y cuánto nos costará la reparación provoca en más de uno sudores fríos. Peor aún es peor si a consecuencia de esa avería nos quedamos tirados en la carretera, pues tan sólo un 35% de las roturas pueden solucionarse in situ, fallos que además pueden derivar en que suframos un accidente.
Para evitar disgustos lo mejor que podemos hacer es mantener siempre a punto nuestro vehículo y en este caso nosotros sí que somos los principales responsables: dejemos al azar sólo lo que dependa del azar. Es importante, por ejemplo, que consideremos cualquier alteración en el funcionamiento normal del vehículo, que estemos atentos a los ruidos y luces de advertencia y que sepamos cuándo debemos sustituir algunas de las piezas fundamentales para el buen funcionamiento y seguridad de nuestro coche.
Unos elementos cruciales, y a los que en ocasiones no hacemos todo el caso que deberíamos, son los neumáticos. Su vida útil, de media, es de 40.000 kilómetros y la forma de detectar que pueden fallar es atendiendo a la profundidad del dibujo, que debe ser de al menos 1,6 milímetros. Comprobar la presión, que no poseen bultos, cortes o que el caucho no está agrietado son otras de las precauciones que debemos tener. Un neumático cuesta una media de 60 euros, pero recuerda que en mal estado pueden perder hasta un 80% de adherencia. Si quieres leer en profundidad sobre este tema no te pierdas el artículo Vida útil de los neumáticos: desgaste y deterioro.
Ni qué decir tiene que otro de los elementos más importantes de un vehículo son los frenos. Si nos fallan tenemos un gran número de posibilidades de sufrir un accidente. Su vida media es de unos 60.000 kilómetros. Su precio es de 150 euros el par y el riesgo es que no se percibe su desgaste hasta que están casi al límite. Por eso, la forma de darse cuenta de que van a fallar es permanecer atento al testigo del cuadro de mandos, que te avisará cuando les queden unos 1.500 kilómetros de vida. Circular con las pastillas de freno gastadas puede redundar en averías por ejemplo de disco, cuya reparación es muy costosa.
Otra avería habitual es la de quedarse sin embrague, que suele durar unos 150.000 kilómetros. La consecuencia es que nuestro coche no podrá avanzar, aún a pesar de que el motor acelere. Podemos detectar que está próximo a fallar cuando al arrancar tienes que soltar el embrague más de lo habitual para notar que el coche avanza y, una vez que estás en marcha el motor aumenta de revoluciones pero no sube la velocidad. Otro síntoma inequívoco es que cuesta meter las velocidades o rasca cuando cambiamos de marcha. Su precio medio es de 400 euros.
Por su parte, la vida útil de los amortiguadores es de 120.000 kilómetros. Si se encuentran en mal estado la dirección pierde precisión y parece que reacciona con retraso. En asfalto desgastado, sucio o mojado las ruedas pierden adherencia y aumenta el riesgo. Podemos detectar que están a punto de expirar porque cuando pasamos un badén o cogemos un bache y el coche rebota varias veces u oscila, o porque cuando giramos la dirección el vehículo bascula más de lo habitual. Su precio es de 360 euros los cuatro y su rendimiento pleno sólo tiene lugar durante los primeros 30.000 kilómetros.
Finalmente tenemos que referirnos a las escobillas limpiaparabrisas, que si no realizan correctamente su función hará que perdamos hasta un 30% de visibilidad cuando llueve. Si cuando están funcionando dejan restos de agua, o suenan y traquetean sobre la luna, es que ha llegado la hora de cambiarlas. Por norma general suelen durar uno o dos años, cuestas 25 euros el par y es muy sencillo instalarlas nosotros mismos.
Vía: Autofácil
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