En los últimos tiempos se ha incrementado la demanda de vehículos de ocasión o “segunda mano” y a la par, ha proliferado la oferta no sólo en los salones o concesionarios que ofrecen garantía, sino también entre particulares. Muchos son de confianza, pero otros se aprovechan de la situación adquiriendo vehículos que presentan fallos y camuflándolos con técnicas poco éticas.
En Pepecar.com On the Road apostamos siempre por el ahorro, pero no a cualquier precio. Nos aconsejan los expertos que desconfiemos de vehículos con más de seis años y un precio inferior a 6.000 euros. No siempre tiene por qué ser así, existen buenas ofertas y coches en muy buenas condiciones que sus propietarios venden a buen precio, pero por si acaso conviene que nos aseguremos y revisemos algunos aspectos que son susceptibles de “tener trampa”.
Uno de los pillajes más habituales de algunos vendedores de coches usados es el de manipular los cuadros para rebajar kilómetros y sacar mayor provecho enconómico del vehículo, lo que constituye un delito de fraude, por lo que no es ninguna tontería. En este sentido podemos exigir que se nos enseñe el libro de revisiones con sello de la marca o el historial del vehículo con facturas y que nos aseguremos de que no se trata de un libro falso, porque ya puestos, hasta esto falsifican.
Para cubrirnos las espaldas también es importante que nos incluyan en la factura el número de kilómetros que presenta el vehículo en el momento de comprarlo. Así, a ojo, podemos hacernos una idea de la veracidad del kilometraje comprobando el desgaste sufrido por el vehículo por ejemplo en asientos, volante o pelades, si sospechamos que su estado “dice” que los kilómetros han tenido que ser más, no adquiramos ese vehículo.
Otra mala costumbre es la de ocultar testigos de avería con cinta aislante o camuflar el aviso luminoso quitando la bombilla. Los testigos de avería nos alertan de que alguna parte de nuestro vehículo presenta fallos. El problema de que estos testigos estén manipulado va más allá del gasto económico que nos supondrá arreglar el fallo que nos han colado, pues en ocasiones puede poner en riesgo nuestra seguridad, por ejemplo si lo que se camufla es un fallo en el airbag. Para detectar si los testigos de avería han sido manipulados podemos buscar marcas o señales en el cuadro de mando que nos indiquen que ha sido desmontado, o si nos damos cuenta de que algo no funciona como debiera.
La carrocería tampoco escapa a las chapuzas, pues es habitual reparar los golpes y abolladuras con masilla en lugar de sacar la chapa y devolverla a su lugar, reparación que es mucho más cara. Puedes detectarlo fijándote si en la carrocería del vehículo existen lugares con un tono de pintura más nuevo, golpeando con los nudillos esos lugares para comprobar si suena metálico (como debería) o no, o pasando un imán por la superficie de la que sospeches, para ver si de adhiere o no. El problema de estas reparaciones chapuceras es que a la mínima la masilla saltará y la pintura se descascarillará.
En ese mismo sentido de “ahorro”, puede ocurrir que cuando arreglan la chapa escatimen mucho con la pintura. Para detectarlo, observa con detenimiento el coche ayudado por el reflejo del sol. Si percibes zonas menos brillantes es posible que hayan utilizado pintura con más disolvente y poco barniz. El problema a largo plazo es que estas zonas se desgastarán fácilmente con el paso del tiempo y se harán visibles.
El radiador es otro de los elementos que se manipula para ocultar las fugas que presente. Se suelen utilizar aditivos que funcionan a corto plazo, pero pronto las fugas de agua aparcerán. Además, algunos de los tapafugas que se utilizan pueden obstruir la circulación del refrigerante. Es difícil detectar si un radiador presenta fugas, se nota si en los bajos del vehículo se aprecian manchas de agua, aunque si lo limpian no quedará rastro. Otros aditivos se añaden a la palanca de cambios para camuflar ruidos o fallos en el sistema de engranaje de las marchas, y no es posible detectarlo.
Finalmente, también los aditivos pueden ocultar los ruidos del motor, por ejemplo aceites muy viscosos o aditivos antifricción. Si el aceite difiere mucho del recomendado por el fabricante podría llegar a dañarse el motor y los aditivos atifricción podrían obstruir algún conducto. Para descubrirlo puedes pedir que te den la factura del último cambio de aceite y cotejar que el aceite no se presenta más viscoso que el recomendado.
Vía: Coches.com
Imagen: NickPoint; Motor Semanal