Os traemos hoy un nuevo capítulo de nuestra serie Diagnóstico de Averías con la que pretendemos arrojar algo de luz sobre los fallos más comunes que presenta nuestro coche, para de ese modo intentar solucionarlos por nuestra cuenta sin tener que acudir a un taller.
Hasta el momento hemos tratado fallos en el motor de arranque, en el sistema eléctrico o en la estabilidad de nuestro vehículo, y ha llegado el momento de detenernos en los frenos, uno de los elementos más importantes para la seguridad de los conductores.
Una de las deficiencias que podemos percibir es que los frenos se presentan “‘esponjosos”. Este hecho puede deberse a que existen fugas en el sistema de frenos, o a que ha entrado aire en el sistema. Si lo que notamos es que el pedal de freno hace un recorrido excesivo, puede que se deba a que el mecanismo de ajuste automático de los frenos está defectuoso, a aire o fugas como en el caso anterior, o a que exista un fallo en el circuito.
Si ocurre que los frenos trepidan (tiemblan fuertemente o vibran), tal vez se deba a que las pastillas de freno están muy desgastadas o a que los discos o tambores estén corroídos. Si no se debe a ninguna de las dos causas anteriores, comprueba si es que se ensamblaron incorrectamente los componentes del portafrenos o que no se deba a que los forros de las pastillas se hayan contaminado con aceite o líquido.
Cuando advertimos que los frenos requieren de una excesiva presión sobre el pedal para que respondan, tal vez sea a consecuencia de un fallo en un circuito, del agarrotamiento de los cilindros o pinzas de rueda o de que existe agua en los forros de los frenos. También puede deberse a un servofreno inoperante. Y finalmente, aunque parezca una obviedad, si el testigo del nivel de líquido de frenos está encendido, es que el nivel del líquido está bajo.
Vía: Racing Webcindario