Estoy deseando que llegue el 25 de agosto para poder disfrutar de La Tomatina, uno de los festejos populares más increíbles que tienen lugar en España, y que se celebra cada año en la localidad valenciana de Buñol. Aquellos que aún no sepáis en qué consiste, debéis saber que se trata de una multitudinaria fiesta que consiste en lazarse tomates los unos a los otros. Una actividad muy divertida y que además sirve para liberar adrenalina.
Quienes deseéis asistir a su edición 2010 debéis conocer una serie de consejos prácticos para que la fiesta termine sin incidentes. También es bueno que planifiquéis con tiempo en qué lugar alojaros y, por qué no, que investiguéis un poco acerca de todo aquello que puede hacerse y visitarse en Buñol y sus alrededores.
La fiesta comienza a las once de la mañana, cuando varios camiones cargados de tomates los liberan en la plaza del pueblo y empieza la batalla. Pronto lo tomates comienzan a volar en todas direcciones, es imposible que nadie quede a salvo de esta lluvia roja, una lucha de todos contra todos que resulta ser divertidísima, al margen de lo sucia y pegajosa, claro. La batalla dura una hora y cuando toca a su fin, la plaza de Buñol y las calles aledañas quedan completamente teñidas por ríos de jugo de tomate que lo inundan todo.
Para participar en La Tomatina es recomendable que calcemos zapatillas cerradas y a ser posible unas viejas que estemos a punto de jubilar, igual que la ropa. Es habitual que se rompa y, por supuesto, que se manche. También agradecerás ir equipado con unas gafas de bucear que eviten que el ácido de los tomates se te meta en los ojos, ya que escuece bastante. Para hacer fotografías, lo mejor es usar una cámara resistente al agua y si quieres evitar ser el blanco de todos los tomatazos, no te subas a lugares elevados.
Al margen de las recomendaciones, existen también unas normas de participación en este batalla de tomates: por ejemplo, los tomates se deben estrujar antes de ser lanzados para evitar hacer daño cuando den en el blanco. Está prohibido lanzar o romper camisetas, introducir objetos duros o botellas y acercarse mucho a los camiones. Cuando escuches el segundo disparo, deberás dejar de lanzar tomates, pues significa que el festejo ha llegado a su fin.
Buñol es un pueblo pequeño y por lo tanto no cuenta con muchas plazas para alojarse. Lo suyo es reservar con tiempo en alguno de los hoteles, casas rurales o residencias que hay en la zona, y que podéis consultar directamente en la propia web de La Tomatina. Quienes aprovechéis este festejo para pasar unos días en el pueblo y disfrutar con los amigos, podréis hacerlo en un bello entorno. Un buen plan es visitar el Río Buñol y el Puente Natural, de gran interés geológico y paisajístico; el río Chico, bordeado de juncos y mimbres en su ribera, la cueva Turche y la cueva de las Palomas.
A quienes les preocupe que esta fiesta suponga un desperdicio de alimentos les gustará saber que estos tomates se cultivan expresamente para esta fiesta y no son aptos para el consumo. Además, aunque el pueblo quede en un principio sucio y anegado en jugo de tomate y deban aunar esfuerzos tanto bomberos como operarios de limpieza del Ayuntamiento, lo cierto es que el ácido de los tomates es un fantástico limpiador y desinfectante, de modo que, una vez eliminada toda la pulpa, las calles de Buñol lucen su cara más limpia. ¿Te animas a ir? Pues a la vuelta déjanos un comentario relatando tu experiencia y tus consejos personales.
Vía: Viajes Pasión
Imagen: Wikimedia Commons; Flickr/ Viajar24h.com