Ruta mudéjar de la Axarquía, aquellos pueblos donde se estancó el tiempo
//= get_the_date() ?>Por pepecar.com
La región de la Axarquía, en Málaga, cobijada entre las laderas de las sierras de Alhama, Tejeda y Almijara ha permanecido ajena al paso del tiempo. Quienes busquen practicar turismo histórico gozarán de las mil maravillas que ofrece la región, por la que discurre la conocida ruta mudéjar de pueblos blancos, que se asoman a pendientes y barrancos, en los que aún pueden apreciarse vestigios de la dominación musulmana.
La ruta mudéjar comienza en la localidad malagueña de Vélez-Málaga, capital de la Axarquía. Su barrio viejo y su calzada árabe será el principio de nuestra ruta, ideal para realizar en coche. Si no se dispone de uno propio, el alquiler de coches en Málaga puede ser la solución. En todos los pueblos que componen la ruta mudéjar el viajero encontrará muestras arquitectónicas donde el románico, el gótico y el renacentista conviven con el arte musulmán de la época.
De Vélez-Málaga parte una carretera sinuosa y zigzagueante, que deja atrás anchos campos de cultivo y conduce hasta la pequeña Arenas. Su corazón urbano se halla presidido por la Iglesia de Santa Catalina, cuyo campanario fue un minarete en épocas pasadas, aunque su estética mudéjar apenas puede intuirse ya. El propio trazado del municipio también cuenta con huellas musulmanas. El Castillo de Bentomiz, una fortaleza árabe levantada sobre un asentamiento de época anterior, es otra de las maravillas de la zona.
Pero no será sino en el municipio de Archez donde encontremos uno de los más bellos y mejor conservados alminares de la época mudéjar, ahora reconvertido en torre de la Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación y considerado uno de los monumentos históricos más destacados de la comarca, pues está declarado Monumento Nacional por ser uno de los más importantes de la arquitectura nazarí. Esta torre mudéjar de mediados del XIV cuenta con arcos labrados, que forman una suerte de rejilla y una filigrana se extiende a ambos lados del minarete.
Desde Archez llegaremos a Salares, de trazado urbano árabe y calles tan estrechas que será necesario que dejemos el coche a la entrada del pueblo. Tras subir por empinadas cuestas, llegaremos hasta una pequeña plaza donde se levanta un alminar mudéjar que en su día formó parte de una mezquita y que ahora es la torre de la Iglesia de Santa Ana, declarado monumento histórico-artístico. De planta cuadrada y armoniosa altura, el alminar se presenta ante nuestros ojos con toda la grandeza de épocas remotas.
Entre las huertas regadas por el agua, que discurre por las viejas acequias árabes, encontraremos Sedella, un municipio en el que el ejemplo de arquitectura se localiza en la torre morisca la conocida como Casa del Torreón, una vivienda particular. Muy cerca se encuentra la Iglesia de San Andrés, interesante tanto por su valor arquitectónico como por las esculturas e imaginería de los siglos XVII y XVIII que atesora en su interior.
El camino que une Sedella con Canillas de Aceituno está lleno de miradores que, a cada paso, nos permitirán asomarnos a la belleza de un entorno de laderas verdes de campiña. Bajo el pico La Maroma, Canillas de Aceituno se despliega entre los valles de los ríos Vélez y Rubite. En el centro del pueblo, el viajero descubrirá la Casa de los Diezmos o Casa de la Reina Mora, llena de leyendas e incluso de fantasmas que se esconden tras sus muros de gótico-mudéjar. También podrá visitarse la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, en la parte alta del pueblo, así como los restos del antiguo Castillo.
Un poco alejados de esta ruta podemos encontrar dos localidades que merecen ser destacadas, por un lado Nerja, localidad de la que ya os hablamos en profundidad en el artículo Cuevas de Nerja y playas de Maro. En cuanto a Frigiliana, se localiza entre las sierras de Almijara y Tejeda en un lugar desde el que se pude observar ya el Mediterráneo. Dentro de su típico trazado andaluz, de callejuelas laberínticas, blancas y llenas de flores, destaca su caserío, muy bien conservado.
Imagen: Fjredondo; Periana y Pedanías