Uno de los principales gastos que tiene una familia es el del mantenimiento del coche. El encarecimiento del combustible, los impuestos que nos cobran sobre todo en algunas comunidades, la necesidad de tener un garaje donde duerma, las diferentes revisiones que se le deben realizar a un vehículo y el propio mantenimiento, son aspectos que acercan cada vez más un coche a la categorización de artículo de lujo.
Ya os comentábamos con anterioridad los secretos de una conducción económica, pues el gasto que tenemos en combustible es uno de los más importantes. Recordad que uno de los consejos que os dábamos era vigilar la presión de los neumáticos, un hábito que no sólo nos permitirá consumir menos gasolina, sino que evitará que los propios neumáticos se deterioren más rápidamente.
Cuando tengas que cambiar los neumáticos adquiérelos en tiendas especializadas o grandes almacenes, donde por norma general tienen muy buenas ofertas. Existen cadenas de hipermercados que incluso te los cambian de manera gratuita. Lo mismo ocurre con el aceite: te lo cambian gratis si lo adquieres en sus instalaciones. Controlar tú mismo los niveles, ya no sólo de aceite, sino de líquido de frenos o anticongelante, además de hacer posible que nos ahorremos acudir a un taller, evitará que por un descuido se nos dañen componentes importantes de nuestro vehículo.
Otra recomendación es llevar a cabo una conducción tranquila, evitando frenazos que, a la larga, redundan en un mayor deterioro no sólo de los frenos, sino también del embrague y el propio motor. Y ¿Cuántas veces se nos ha encendido una lucecita en el cuadro de mandos y hemos continuado la marcha sin preocuparnos demasiado? Conozco a más de una persona que lo ha hecho y la jugada le ha salido cara. La recomendación cuando un indicador nos avisa de que algo no funciona correctamente pasa por detener el vehículo en una zona segura y buscar la causa de la avería. Si forzamos la máquina seguro que agravaremos el problema.
Una importante decisión es la de las coberturas ampliadas que contratamos con el seguro. Si aparcas en la calle de una gran ciudad, lo mínimo es que le añadas seguro de lunas y de incendios, pues nunca se sabe lo que puede ocurrir y es mejor ir pagando una póliza poquito a poco que luego desembolsar de golpe 300 euros por un cambio de luna.
En caso de que te plantees alquilar una plaza de garaje, trata de localizar a alguien que quiera compartirla. Existen casos en los que dos personas llegan a un acuerdo en función de sus respectivos horarios, y pueden ocupar un mismo espacio. Te costará trabajo encontrar “compañero de plaza”, pero en barrios con gran densidad de población seguro que alguien habrá, sólo hay que saber buscarlo.
Finalmente, evalúa si verdaderamente necesitas un coche. Si no lo usas a diario y lo tienes fundamentalmente para usarlo durante un mes al año, a lo mejor te sale más económico optar por alquilar un coche para aquellas temporadas en las que realmente te sea útil. Te ahorrarás una gran cantidad de dinero no sólo en seguro, impuestos y mantenimiento, sino también en la compra del propio vehículo.
Vía: Desplifarro
Imagen: Laboratorio en Movimiento